sábado, 27 de febrero de 2010

Gerardo García Luna

Recuerdos de la Memoria

La obra que aquí se muestra, es la búsqueda de Víctor Mora, dos constantes guían el “viaje” y los estadios de su proceso creativo: lo lúdico y el desenfado.

Víctor Mora ha estado seducido por un lenguaje visual, que nos evoca el garrapateo de Giacometti o la ironía de trazo de Grosz.

A este tipo de dibujo habrá que leerlo -observarlo- , no bajo el academicismo o la pulcritud de la técnica, sino como un hipervínculo de la emoción y del estado primigenio del dibujo. De aquel que en cada trazo se desdobla como un sismógrafo de los estadios anímicos del Autor; que en el caso de Víctor Mora, siempre son emociones telúricas que cimbran al espectador, cuestionando el universo público a partir de campos de sentido vinculados al transporte: automóviles, personajes, biciclos, aviones, etc.

Me atrevo a especular, iconos conscientes de transporte en los cuales Víctor Mora nos hace evidente su propia transición: la del lenguaje del diseño al de las artes visuales. Esa odisea que lo arroja al conflicto de trascender los universos planos al volumen, al espacio.

Láminas y papeles se revelan a su dimensión, a partir de ensambles y cortes se funden en bastidores que pretenden ser escultura, biombo, personaje, a través de dobleces se vuelven prenda, posesión, presencia.

La mayor virtud de estas obras y por ende de su creador es la autenticidad con la que se muestra. Es esta cualidad a la que me he referido como desenfado, no hay pretensión en su trabajo, no hay la necesidad de inmolar al genio; más bien, la invitación al público a apropiarse de los espacios, a servirse de su obra la que se deposita en la gráfica, en los videos y la instalación, con el propósito de que el espectador asuma la travesía que propone Víctor Mora, lo único que reclama él por este peaje, es la participación activa en sus muestras.

Secretario Académico de la ENAP/UNAM